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21 años después

El Cervantes Arena estaba en éxtasis. Por fin, tras un largo camino recorrido se había llegado al destino final: la Liga ACBB, aquel sueño que durante tanto tiempo se había perseguido, ese primer título por el que tantos suspiraban, se había conseguido.

Jugadores, técnicos, personal del club, animadoras..., todos estaban reunidos en la pista celebrando el triunfo en el tercer y definitivo partido de la final mientras periodistas y aficionados se acercaban todo lo que podían para fotografiar o ver de cerca a sus ídolos. Las gradas del inmenso pabellón se quedaban vacías. O casi...

Apoyados en una barandilla en la parte más alta de la grada más alta del estadio, un par de hombres miraban desde lejos aquella celebración con mirada nostálgica. Los sujetos parecían tener ya una cierta edad. Uno de ellos intentaba tapar con un peinado ridículo las profundas entradas que se podían ver entre su rizado pelo rubio. El otro, más alto, aún conservaba gran parte de su cuero cabelludo, pero éste parecía haber vivido mejores días. Las canas habían invadido aquella cabellera antaño castaña y enérgica por la que tantas animadoras habían suspirado.

- "Te acuerdas de cuándo nosotros éramos los que hacíamos rugir este pabellón?"- exclamó el rubio.
- "¿De qué hablas?"- respondió su compañero.- "La única vez que tú y yo hemos hecho rugir algo aquí fue aquella en que vinimos de empalme a un partido sin haber probado bocado. Tu tripa jamás había rugido tanto."
- "Buah, qué gran noche esa. Vaya pedal. ¿Cómo se llamaba la morenaza aquella a la que casi me ligo?"
- "Antonio. Y te recuerdo que del guantazo que te arreó estuviste un mes sin jugar."
-"Joder, qué borde estás hoy."
- "Como para no estarlo."
- "Tampoco es para tanto, tío."

El más alto se giró con gesto desencajado hacia su compañero y le gritó:

- "¿Qué no es para tanto? ¡¿Qué no es para tanto?! ¡Yo me he dejado la vida por este club! ¡He luchado y defendido siempre estos colores incluso en sus peores momentos! ¿Y ahora que por fin llega la gloria me lo agradecen con una mísera entrada en el quinto anfiteatro?"- se giró hacia la pista y chilló:- "¡Desgraciados! ¡Ingratos! ¡Crápulas!"
- "Mikhael, por favor, ya sabes que no me gusta nada cuando te pones así!"- sollozó su compañero.

Mikhael se volvió a girar hacia él y, con la cabeza baja, se disculpó:- "Lo siento. Tú no tienes la culpa. Perdóname."

Acto seguido se fundió en un tierno abrazo con su amigo. Ambos se quedaron en silencio y con los ojos cerrados.

- "Mikhael"- el más bajo rompió el silencio.
- "Dime."
- "Tú me quieres, ¿verdad?"- preguntó inseguro.
- "Claro que te quiero, Alfred."

El abrazo se intensificó. De pronto, Alfred se separó y, con mirada traviesa preguntó:

- "¿Te apetece bajar y hacer lo de siempre?"
- "¿Sentarnos en el banquillo?"
- "No, tonto. Lo otro."

Mikhael esbozó una sonrisa pícara mientras miraba fijamente los azulados ojos de Alfred. Este último sonrió, se dio la vuelta y se dirigió hacia las escaleras. Mikhael le dejó algo de ventaja y le vio perderse en la oscuridad. Después, avanzó en la misma dirección que su compañero mientras las luces de un Cervantes Arena casi vacío comenzaban a apagarse...

Editado por dsanch el 05/12/2016 22:09:03



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