Ante todo, felicitar a todos los que tengan algo que celebrar: campeones, miembros de staff, aquellos que han cumplido sus objetivos por pequeños que fueran, los que se han librado de la suegra etc.
Los meses de verano me los tomo como un retiro parcial de BB, lo que hace que no me prodigue casi por los foros. En pago, o como castigo, no quiero dejar pasar la oportunidad de dar la bienvenida a la temporada con otra historia de corte similar a aquella sobre lo políticamente correcto:
Acostumbraba a llevar vestidos con motivos florales, algo paradójicamente frecuente entre estos fenotipos donde el índice de masa corporal roza lo obsceno (al menos desde el punto de vista de la salud). La imagen se antojaba extremadamente contradictoria, pues la liviandad que se le puede presuponer a dicha prenda en movimiento era total, absoluta e irremediablemente inexistente.
Quien la conocía, aseguraba que sus bolsos habían involucionado de manera inversamente proporcional a su perímetro (digno de estudio esto también por lo común que es). Lo cierto, es que la pintoresca imagen alcanzaba cotas inverosímiles.
Os presento a X.
X llegó aquel día, con sus 40 y pocos años a cuestas tambaleándose, aunque por su propio pie, a urgencias, con una bola 3 de billar por ojo, fruto del catastrófico control de su hipertensión. Arrastraba una artrosis de larga evolución en ambas rodillas (cuyo origen se puede sospechar sin necesidad de ningún conocimiento extra más allá de lo mencionado previamente... la raíz hace sólido al árbol decía Ho Chi Minh), múltiples trastornos metabólicos propios de quien por rutina desayuna ocho barras de pan. Y como colofón: fumaba.
La resolución del caso no tiene mayor interés ni viene a colación, pues la magia radica en el interludio.
La entrevista he de decir, fue exquisita, tanto como lo debía ser el sentarse a su mesa.
El summum, en la despedida: "hay que ver cómo son estos problemas de la edad", me sonrió y se quedó tan(to o más) ancha sentada en la camilla.
Grité en silencio.
X confundió el tocino con la velocidad.
Con esta parafernalia, vengo a advertir a los recién ascendidos, para que no cometan el error de entrar por la puerta con ínfulas de grandeza: Aquí hay una única velocidad y todos somos tocinos. Disfrutad y motead (¿redundante no?). Y si las cosas salen mal… no dudéis en recurrir al autoengaño.
Mucha mierda a todos y cuidado con los baobabs!!